jueves, 12 de agosto de 2010

Road Trippin

Esta es el primer post que hago fuera de Bogotá, esta es la primera vez que escribo desde Neiva y debo empezar con un detalle curioso, cuando estaba empacando los libros para trasladarme acá y ya que mi biblioteca estaba infestada de comején solo se estaban comiendo un libro que me regalo cuando fui su alumno, Gloria Cuartas. Libro que trataba sobre la impunidad que describía en ese libro hacia los crímenes cometidos en la comunidad de paz de Apartado. Lo curioso de eso es que ese libro lo deje en esa biblioteca no hace menos de tres meses cuando al lado de ese libro, estaba un libro de rendición de cuentas del Hoy ministro de justicia y del interior Germán Vargas Lleras cuyo título es “Cuentas Claras” y al otro lado tenía un manual de derecho penal de Reyes Echandia que tendrían ahí más de dos años cada uno. Ninguno de los demás libros de esa biblioteca tenía ataque de ninguna clase.

Pues si hay algo que detesto de los viajes largos por tierra, es la falta de educación de los demás pasajeros y es que si la última vez que viajaste a otra ciudad lo hiciste por aire, no sabes la envidia que te tengo querido lector, porque si hay algo parecido a una tortura china es viajar por tierra un domingo cuando sales de Bogotá. Un trayecto que en condiciones normales te puede tardar de 4 a 6 horas en estas condiciones especiales puede tomarte como fue mi caso 10 horas y media. Pero mi tortura empieza en el propio terminal el supuesto wifi que ofrecen en ese puerto terrestre es tan real como la propuesta de trabajo de Santos a los verdes aunque me quede estacionado entre la espera al bus, y la salida de este algo así como una hora no pude conectarme a ninguna red.

De por si cuando viajas fuera de otra ciudad, lejos del campo de acción materno, ella como última acción tiende a decidir como viajas y cuando, gracias a esto no pude viajar el viernes como lo tenía planificado, sino tuve que hacerlo dos días después , pero la mala suerte me persigue y es que ya que la empresa por la que viaje hubo el retraso, y para explicar el retraso tendría que aludir a un comercial bancario, señora entregue la plata en las taquillas y agente identificada, y es que a diferencia de los viajeros de aire, el pasajero de transporte terrestre es como el colombiano común. Es conchudo y es que esta señora que hizo retrasar nuestro viaje hora y media; y tuve que ver como buses de otras empresas que tenían programados sus viajes después del mío salían y el mío aun se mantenía estacionado en la bahía de salida. Todo porque la señora quería que la empresa pagara por su propia irresponsabilidad, después de insistir al conductor nuestra salida, no sin antes amenazar un incumplimiento del contrato y furioso el reintegro del dinero. El conductor que alegando que la señora no lo dejaba salir, tuvo que ceder a la muchedumbre dirigida inconscientemente por mi furia, reclamándole a la señora que todo fue su irresponsabilidad y que si no viajábamos apoyaríamos al conductor diciéndole incluso que ella se había subido de polizón. Eso basto.

Ya cuan do estábamos saliendo, y cuando estaban preparando la película para el viaje, que yo me estaba preparando sicológicamente para una comedia romántica, insípida y eternamente aburridora. Pero parecía que mi suerte quería cambiar, cuando estaba saliendo la escena inicial y en los créditos de apertura alcance a ver el nombre de George Romero, solo pude tener una sonrisa, pero no una sonrisa cualquiera; una sonrisa cojunuda pobló mi rostro, porque aunque quienes me conocen saben que soy un cinéfilo consumado, “la noche de los muertos vivientes” no es una de las películas que este en mi videoteca, y no por falta de entusiasmo sino por la dificultad que enfrenta encontrar esta película. Y cuando vi y me estaba entususiasmando con los diálogos de las primeras escenas, del asiento que se encontraba exactamente detrás de mí, surge esta oración “quite esa cosa satánica, ahí dios mío, dios mío, dios mío, dios mío, dios mío, dios mío, dios mío, dios mío, quite esa imagen mire que va atraer al diablo a este bus, señor conductor nos va matar” de pronto mi sonrisa cojunuda se transforma en la mirada de furia masacradora que había tomado hora y media antes, imagen que aparentemente alcanzo a asustar al ayudante del bus, lástima que acompañada de mi imagen de furia, estaba acompañada un llanto inconsolable, eso sí camándula en mano.

Después de perder esa pequeña batalla por el entretenimiento durante el viaje y tratando de contentarme ponen en pantalla WALL-E y es que gracias a mi amigo Mcyorian que durante sus tweets me hizo entusiasmar con una película Disney, ya que exceptuando TRON no me gusta cualquier cosa que produzca la máquina de los sueños, y esta película parecía que sería capaz de desvirtuar la imagen que tengo de Disney de producir elementos audiovisuales mediocres, y es que no alcanzo a llegar a los dos minutos de reproducción cuando la misma anciana, vuelve a gritar y llorar incomodadamente porque esa era una maquina del diablo camándula en mano otra vez.

Con la cara de sorpresa de todos los presentes en ese bus volvieron a cambiar la película esta vez alcanzaron a poner el caballero oscuro, y cuando se veía la imagen de nuestro amado caballero de la noche por esa pantalla y cuando algunos pasajeros ya estaban durmiendo un grito hace detener el bus, “Miren ahí esta Belcebú, mírenlo ahí está el diablo, mírenle los cachos”. Terminaron poniendo “adicta a las compras” una comedia romántica con una historia más incoherente que padres e hijos.

Ya habiendo perdido la batalla por tener algo decente para ver en el trayecto y que tenía que escuchar directamente los ronquidos de la anciana que veía al diablo en cualquier cosa, situación que me molestaba bastante ya que si no iba a ver ninguna de las películas entonces ¿Por qué tantas ganas de joder la vida?

El resto de la demora de ese viaje era debido a las interrupciones del flujo vehicular para poderle dar prioridad a los vehículos que se dirigían a Bogotá, así que eran las 7 de la noche y no habíamos llegado a melgar aunque ene el tiquete decía que salíamos a las 2 de la tarde y se supone que a esa hora (7 de la noche) estaría llegando a Neiva y ya que la rezandera había desechado las películas para poder ver a bordo tuve que conformarme con la música de mi mp4 junto con la contaminación de la música que salía de los parlantes del bus, teniendo en cuenta que parecía que era más las cartas emitidas por un delincuente condenado que música.

Ya cuando logre desechar la contaminación auditiva que significaba el bombardeo norteño del conductor y me encontraba inmerso en las notas de cuerdas que había elegido para ese viaje (The String Quartet Tribute to Queen) me despierta de ese pequeño descanso un golpe fuerte hacia mi ventana y un sujeto sin camisa y con un balde con pequeñas botellas gritando de manera casi ininteligible, gasiosa gasiosa gasiosa, y no alcanzo a reaccionar de eso cuando se encarama a la ventana y la abre y gritándome a mi oído otra vez gasiosa, gasiosa, gasiosa. Y cuando le cerré la ventana, este peculiar vendedor me grita. “Este hijueputa rolo si que es grosero”.

Nunca pude volver a dormir más de 15 minutos ya que en cada pueblo paraban y con la gritería de gasiosa, gasiosa, gasiosa. y de almojábana, chorizo; lo acompañaba el encendido de las luces que me dejaba encandilado ya que tengo un pequeño inconveniente . a veces duermo con los ojos abiertos y esa era una de esas veces.

Creo que cuando la empresa que me vendió el tiquete con la frase promocional de la “comodidad de un avión en tierra” estaba equivocado a menos que yo fuera un paquete en un avión de carga.